Quizá por desconocimiento, quizá por valorar más lo ajeno que lo propio, lo cierto es que el arte rupestre de la Comunidad Valenciana ni tiene un gran renombre ni es muy conocido. Aunque es, como afirman algunos expertos, una de las mejores muestras de las creaciones artísticas prehistóricas.
Su antigüedad ha sido discutida ampliamente, puesto que el Arte Macroesquemático, que así es como se llama en esta zona concreta de la península, podría tener su punto más próximo a nosotros en el II milenio a.c. y llegar, cuando menos, hasta cerca de los 8000 años de antigüedad.
Los motivos de este arte rupestre son variados. Hay documentadas:
- Pinturas antropomorfas (que tratan de reproducir figuras humanas);
- También las hay zoomorfas (frecuentes son las representaciones de serpientes y otros reptiles);
- Y, por último, también las hay geométricas.
Suelen estar en cuevas de escasa profundidad. En realidad, están en pequeños abrigos de roca que permiten la llegada de los rayos de sol y que dejan a la vista estas pinturas prehistóricas.
La montaña de Alicante tiene una buena cantidad de estos yacimientos artísticos prehistóricos. Esto demuestra que muchos de los lugares por los que paseamos, corremos o que recorremos en nuestras rutas ciclistas, ya eran frecuentados por nuestros ancestros hace unos cuantos miles de años.
En Vall de Seta y en sus proximidades, territorio de VIVEviuverd, son famosos los yacimientos de Beniarrés, Castell de Castells (conocido como Pla de Petracos) o de Famorca. Sin embargo, éstos no son los únicos. También en Tollos, aunque poco conocidas, hay catalogadas pinturas rupestres de esta época prehistórica.
Pasear, correr o pedalear por nuestras sendas y caminos, además de acercarnos a la naturaleza, también nos acerca a nuestras raíces, puesto que nuestros antecesores, desde sus pequeños abrigos de roca, contemplaron los mismos paisajes que nosotros ahora disfrutamos.