Nuestros mapas están llenos de topónimos de los que, en muchas ocasiones, no conocemos ni su origen ni su significado.

Ése suele ser el caso de las “malladas”, topónimo que en valenciano se traduce como “mallades” y frecuentemente, con el vulgarismo “mallà” o “mallaes”.

Este sustantivo ha ido difuminando su significado a medida que la actividad que lo sustentaba ha perdido su vigencia e importancia. Así pues, es un sustantivo en desuso, pero que ha dejado huella de su antigua importancia en el territorio y en los nombres que se dieron a los parajes.

Una mallada es el nombre que se le daba al paraje donde se congregaba en plena noche al ganado y se albergaba a los pastores, y el lugar donde pasta el ganado en la montaña.

La ganadería en la montaña de Alicante ha ido reduciendo su importancia década a década hasta llegar a ocupar un papel residual en algunos de nuestros pueblos. Pero ello no impide que podamos constatar su milenaria importancia a través de la toponimia y a través de las historias que los más mayores nos contaban o, con suerte, aún nos cuentan.

Aún tenemos frescas en la memoria las historias que uno de nuestros mayores nos contaba, no hace mucho, sobre los hábitos y costumbres que tenían los pastores de la montaña de Alicante. Por el día, cada uno guiaba su ganado hacia los mejores pastos o zonas convenidas. Al caer la tarde, ponían rumbo hacia esos lugares comunes, donde se reunían a cenar, compartir y pasar la noche junto al resto de pastores que deambulaban por la zona.

Mallada

Rebaño en montaña

Centrándonos en el espacio que conformaba una mallada, podríamos describirlo como un lugar de encuentro, un punto en el que los pastores podían relacionarse con otros seres humanos (pastores como ellos) y buscar cobijo y amparo tanto para ellos como para sus animales.

Hoy en día, esos lugares solo quedan para el disfrute del senderista o del corredor de montaña, que no es poco.

En La Vall de Seta, hogar de VIVEviuverd, conservamos algunas de las malladas más bellas y emblemáticas de la provincia de Alicante. La más famosa quizás sea la Mallà del Llop en Famorca (segunda cumbre más alta de La Serrella), pero hay otras muchas como Les Malladetes Negres de Tollos.

Así que, ya sabéis, cuando vayáis a alguna mallada, pensad en que, mucho antes que vosotros, ése fue un lugar de encuentro, convivencia y camaradería para nuestros antepasados pastores.

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